martes, 25 de mayo de 2010

Una desaparición extraña.

Javo es un chico de doce años, alto de pelo rubio y ojos azules. Vive en Sevilla con sus padres y sus veintitrés hermanos. El Jueves de esa semana era fiesta y su familia iba a aprovechar el puente para hacer una escapada desde la tarde de miércoles hasta a noche de domingo a la mansión de Tungsteno (Jambica). Ya era miércoles y lo tenían todo preparado para partir en el avión privado hacia Jambica. Llamaron a Jasen, el encargado de los mayordomos de la mansión Tonadilla en Tungsteno . Ya estaban llegando cuando, empezaron de pronto muchas turbulencias. Javo empezó a vomitar y le salieron muchas cosas verdes por las orejas. Ya llegaron a la pista de aterrizaje la mansión de Tungsteno y se disponían a dejarle todas las maletas al botones para que para que éste las llevara a sus cuartos y mientras la familia se diera un baño en la piscina de agua salada con olas. Mientras se bañaban, los cocineros y pinches les preparaban la cena. Terminaron de cenar y se fueron al salón a disfrutar de una película en familia. Ya habían planeado la excursión para el día siguiente, una ruta en yate por el río Amazonas. Estaban ya en el yate y se querían bajar en la orilla del río para hacer una excursión e investigar la selva. En la selva, el niño quería acercarse a un lugar y se acercó sin avisar. Se perdió de su familia y de pronto veinte flechas le apuntaron. Eran indígenas y hablaban inglés. El niño los entendía muy bien ya que su madre era de Nueva York. Con ellos pasó la noche y con ramas y palos le a hacerse una cabaña para dormir y protegerse del frío. Al día siguiente fue a cazar y descubrió que mataban a los animales a clavarle una flecha y antes de lanzarla, le untaban veneno de rana. Así supervivió durante un mes y por fin, llegó a la mansión de Jambica. Los veintiséis regresaron a la mansión de Ibiza en la que vivían muy felices.

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