jueves, 6 de mayo de 2010

El mejor día de mi vida.

Hola, buenos días, soy Jacinto Blons y hoy os voy a contar como el 4 de Mayo de 2.010 fue el mejor día de mi vida. Yo en ese tiempo era el pardillo de mi clase y no tenía amigos. Era de mediana estatura, con el pelo de color castaño y los ojos de color marrón miel, un poco corpulento y la verdad yo me consideraba guapo aunque al haber venido nuevo al colegio no me servía de nada. El 4 de Mayo era un día normal y corriente; iba a la escuela, era ignorado por los demás, y más cosas, con la excepción de que ese día nos íbamos de excursión al Parque Periurbano de Porzuna a realizar unas carreras de orientación. Nuestra tutora Magnolia nos acompañó hasta el autobús junto con los profesores de educación física y de ciencias naturales. Ya una vez dentro del autobús me senté en un sitio alejado del resto y sin nadie a mi lado. Mientras los demás se reían y hablaban entre ellos, yo contemplaba el paisaje del lugar. El camino se me hizo muy largo pues sin tener nada con que entretenerme era difícil matar el tiempo. Cuando llegamos al parque recogimos las mochilas que habíamos dejado en el maletero y nos dirigimos hacia una sala acompañados por los monitores. En aquella sala nos presentaron a todos, nos explicaron lo que íbamos a hacer (aunque ya lo sabíamos) y nos separaron en dos grupos, uno se iba a desayunar mientras que al otro le decían la manera correcta de orientarse y el tipo de fauna y vegetación que nos podíamos encontrar. A mí me tocó quedarme en la sala. La charla fue aburrida pues no había nada interesante, pero por precaución yo prestaba interés aunque estaba que me dormía. Tras acabar la charla, nos dirigimos al comedor para darnos el desayuno que era pan con aceite y azúcar o tomate, lo que más le guste a cada uno. No estaba seguro de donde sentarme para que no se rieran de mí y estuviera a gusto. Lo extraño fue que Elisabeth, la niña más guapa del colegio me ofreció un sitio al lado suya y de su grupo de amigos.
- Ven Jacinto, siéntate aquí.
Asentí con la cabeza y me senté. Me resultaba extraño al no saber la intención que tenían, si burlarse de mí o estar tranquilamente. Elisabeth era alta, de pelo rubio, con ojos azules y bellísima cara.
- Que, Jacinto, ¿ya tienes pareja para el primer juego?
- No, la verdad es que no.
- Ponte conmigo si quieres. - Dijo ella.
- De acuerdo.
Todos estaban igual de impresionados como yo, al saber que la niña más guapa se pondría con el pardillo. Me sentía raro tras recibir la noticia pero a la vez emocionado. Al acabar de desayunar nos dieron un mapa y un papel para apuntar unas letras que había en las balizas y que por detrás del papel teníamos que encontrar una palabra que comenzara por la inicial en una sopa de letras. Al cabo de los diez minutos ya teníamos ocho de las nueve palabras y no encontrábamos la novena baliza.
- !Allí está¡ - Grité mientras la señalaba y corría hacia ella.
- Bien hecho Jacinto, ahora dirijámonos a la casa principal para entregarle el folio.
Nos dirigimos a la casa lo más rápido posible y al llegar no había nadie que hubiera llegado antes que nosotros.
- ¡Tome! - Dijimos los dos a la vez.
El monitor revisó todo y vió que estaba en orden asi que éramos los primeros.
- Buen trabajo Jacinto, si no hubiéras encontrado esa última baliza aún estaríamos allí. - Y mientras decía estas palabras me daba un beso en la mejilla.
- Gracias, lo mismo digo. - Mientras me ponía rojo como un tomate y le devolvía el beso.
Ella también se puso un poco sonrojada y antes de que pudiera decirle nada sobre si esto lo estaba haciendo de verdad o era para después dejarme en ridículo, se fue porque la llamaba una amiga suya que acababa de llegar la segunda y no nos habíamos dado cuenta. Al llegar ya todos los demás participantes nos dieron el mapa de todo el parque y el papel con los recuadros en los que esta vez había que picar, para realizar la carrera de orientación de verdad. Yo volvía a estar de pareja con Elisabeth. Tras dar la voz de salida ella y yo salimos embalados hacia la primera baliza.Nuestra táctica era dar una vuelta completa al parque para al llegar al otro extremo tener nada más que la veinte, que estaba al lado de la casa principal. Ya sólo nos quedaban las cinco últimas y teníamos a otra pareja pisándonos los talones, cuando de repente metí la pierna derecha en un agujero y noté un gran dolor en la rodilla.
- !Aaahh¡ - Gritaba mientras me caía al suelo.
- ¿Estas bien Jacinto? - Preguntaba preocupada Elisabeth.
- No sé, pero creo que tengo algo roto en la rodilla.
- Espera aqui que voy a llamar a un monitor.
- !No¡ Voy a intentar seguir aunque lo más seguro es que no ganes.
- Eso no me importa me importas tú.
Esas palabras suyas me hicieron recobrar las fuerzas y seguir cojeando. Ya en la subida de la casa el monitor vino corriendo al verme cojear y se llevó el papel y a mí hacia una silla y llamaba a una ambulancia. Al llegar la ambulancia me recogieron rápidamente y me llevaron al hospital.
Unos días más tarde cuando ya me habían operado del menisco que estaba roto, todo el mundo me venía a visitar lo que resultaba un poco extraño pero me acostumbraba. El mejor momento fue cuando llego Elisabeth con el trofeo aunque lo que más me importaba era ella.
- ¿Qué tal estás?
- Bien, sobre todo ahora.
- Bueno aquí te traigo nuestro trofeo. - Mientras lo ponía en la mesita.
- Te quería preguntar si tú me quieres de verdad.
- Claro que sí. - Asentía ella sonriente.
- Es que no estaba seguro porque habéis tenido todos un cambio conmigo que me ha sorprendido, y por eso te he preguntado eso.
- Nos dimos cuenta de que eras un gran chico y de que lo que hacíamos no estaba bien.
- Gracias, bueno ya aclarado eso te voy a decir una cosa que nunca me atreví. ¿Quieres salir conmigo? - En ese momento, se hizo el silencio.
- Claro que sí ...
Tras ese parón, me besó. Este fue el mejor día de mi vida, nunca lo olvidaré.

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