miércoles, 13 de enero de 2010

Un despertar horroroso.

Buurrbom!

Iván se despertó, un horrible estrepito de un terremoto despertó a Iván de un sueño profundo.

Alguien llamó a la puerta.

-Toc, toc.

Abrió la puerta, un gran hombre de roca maciza, con los ojos azules, sin pelo, con dientes brillantes como perlas, labios de color marrón y para vestir una gran chaqueta con unos grandes pantalones a juego.

Estaba en la puerta de su casa un miedo horroroso llamó a su alma.

-¿Quién es usted? ¿Qué quiere?- le preguntó Iván tartamudeando con un miedo enorme.

-Soy Terremoto el Dios de la tierra y te venía a preguntar que si quieres que algún monumento te cree en este mismo instante- dijo Terremoto.

-Bueno ya que lo dices me gustaría que hubiese un parque al lado de mi casa- dijo Iván como pidiéndole un favor, pero a la vez sabiendo que nada de eso podía suceder.

Entonces Terremoto levantó la mano y unos temblores de tierra hicieron estallar mi chimenea. Los trozos de chimenea cayeron en la acera de la casa de Iván y un parque enorme se alzó a su lado.

Cuando Iván vio lo que pasó se quedó mudo y le preguntó:

-¿Cómo has hecho eso? – le dijo Iván.

-Ya te lo he dicho soy el dios Terremoto, dios de la tierra.

-¿Hasta cuándo puedo pedirte que construyas cosas que yo te pida? – le preguntó Iván interesado.

-Hasta mañana a las doce en punto - le contestó.

Sin vestirse ni peinarse salió a la calle.

Iván llevaba el pijama que le regaló su madre el año pasado, con calcetines de rayas de colores a juego con el pijama y unas zapatillas con forma de perro.

Los pelos los tenía todos enredados aunque en realidad tenía el pelo corto pero los llevaba tan despeinados que parecían enredados y cuando salí.

-¿Cómo te llamas? – le preguntó Terremoto a Iván.

-Iván – le contestó.

-Creo que vamos a ser muy buenos amigos – le dijo a Iván con una sonrisa tenebrosa.

Lo primero que pensó era que tenía miedo de Terremoto, entonces arrancó un ladrillo de su casa y se lo guardó en el bolsillo porque ya a su edad, los 25 años, sabía lo que podía pasar si te vas con un desconocido.

Al final decidió ir se con el ladrillo en su bolsillo.

-Quiero una piscina de agua caliente de olor a agua de mar como si fuese una piscina olímpica con botón para burbujas incorporado – deseó Iván.

Terremoto alzó la mano nuevamente y por arte de magia su tejado se desvaneció y en su lugar detrás de la casa de Iván apareció la piscina.

Contento fue a su casa y se puso el bañador.

Como era de madrugada hacía frío para meterse en el agua pero como era caliente se introdujo sin ningún problema.

El agua olía a una fresca brisa de mar, un olor que le recordaba cuando iba de pequeño a veranear a Cádiz con sus abuelos y sus padres.

Allí jugaba con la vecina de la casa de su abuela, porque su abuela era la propietaria de la casa de la playa.

Con aquella chica jugaba horas y horas, a hacer castillos de arena, a jugar a la pelota dentro del agua y a su juego preferido las paletas de la playa. Aquella chica se llamaba Ana, ahora Iván no sabe donde está ni como estará pero él espera que se vuelvan a encontrar.

Después de haber disfrutado de un baño corto de diez minutos Iván se salió del agua y corriendo fue a cambiarse de ropa.

Iván se puso el pijama ya se le había olvidado que llevaba el ladrillo en el bolsillo, pero ya le daba igual porque en ese momento se empezó a fiar de Terremoto.

Cuando Iván llegó al lugar donde se encontraba Terremoto se acercó a él y le dijo:

-Quiero que me construyas un castillo, el más grande de todos.

Así que Terremoto alzó la mano y la primera planta de la casa se esfumó y al lado de la piscina apareció el castillo más grande que os podáis imaginar.

El tejado era de oro las ventana de diamante cortado en finas y translucidas láminas en forma de cristal y la puerta de caoba tallada a mano.

Pero el exterior del castillo no era nada comparado con el interior.

Cuando entré, Terremoto me fue explicando de que estaba hecho todo lo que había en la casa.

-El sofá es de cinco metros de largo esta hecho de plumas de pavo real y está forrado con una lámina de oro macizo finísima pero resistente – dijo Terremoto.

Iván se quedó sorprendido y rápidamente saltó en el sofá, el sofá era tan blando y esponjoso que al saltar Iván llegó a la primera planta.

Allí se encontró un vestidor muy grande, el más grande que os podáis imaginar. Terremoto dio a Iván un mando como de la televisión pero de oro blanco y como de botones diamantes y rubíes.

Terremoto dijo dale a un botón e Iván le dio a uno de los tres botones y se abrieron todos los armarios que contenían ropa. Iván se quedó fascinado y sin esperar a Terremoto le dio a otro botón. De repente se abrieron un montón de cajones. Los cajones contenían un montón de zapatos todos de un color y formas diferentes.

Después de probárselos todos, Iván le dio al último botón y los cajones estaban vacios, no contenían nada y Terremoto le dijo lo siguiente:

-Estos cajones están vacios para que las cosas nuevas que compres, las puedas guardar aquí – dijo Terremoto como si lo hubiera dicho improvisando.

Iván bajo y salió a la calle para seguir pidiendo cosas, pero justo antes de que abriese la puerta llamaron al timbre.

Iván abrió la puerta y era una vendedora de productos de cosméticos.

-Hola me llamo Ana - Dijo Iván se sorprendió.

-¡Eres Ana, Ana Ruiz! - dijo contento.

-Sí, ¿Por qué?-Pregunto Ana.

-Yo soy Iván, Iván Villegas López de la playa de Matalascañas - dijo Iván.

-¡Hola Iván! Ya me acuerdo de ti, de cuando jugábamos hacer castillos de arena en la playa.

¡Qué bien nos lo pasábamos! - dijo Ana recordando.

-Bueno ¿Qué querías? - dijo Iván.

-Soy vendedora de cosméticos y te quería preguntar si querías comprar algún cosmético de mi compañía-pregunto Ana.

-No, gracias. Pero te gustaría pasar a dentro de mi casa.-dijo Iván.

-No, gracias tengo que seguir trabajando-dijo Ana disgustada.

-Pero si son las una de la madrugada-dijo Iván riéndose.

-Ya, pero mi jefe es muy insistente y no puedo parar de trabajar hasta las cuatro de la tarde-dijo tristemente.

-Bueno pero ahora está dormido, así que puedes pasar sin problemas dijo Iván.

-De acuerdo entrare – dijo Ana.

Así que Ana entro e Iván contento fue a esconder a Terremoto, pero antes de que Iván hubiese podido esconderlo Ana lo vio.

Ana asustada por ver un hombre de roca gigante se fue corriendo hacia la puerta y entonces Iván lo cogió y le dijo que no se asustase, que era un amigo suyo que concedía deseos, que podía construir lo que Iván quisiese.

Ana no se conseguía calmar pero a medida que Iván le iba contando se ponía cada vez más nerviosa.

Después de un rato se fue tranquilizando e Iván le quiso hacer una demostración de cómo Terremoto le podía conceder deseos.

Así que Iván acompaño a Ana y a Terremoto fuera de la casa.

Cuando estuvieron fuera de la nueva casa de Iván, dijo:

-Terremoto quiero que me construyas un jardín gigante y cuidado para mi castillo,-dijo Iván.

-Terremoto alzo la mano y la parte baja de la casa de Iván se esfumo y en su lugar rodeando la casa apareció un jardín precioso de grandes dimensiones.

Ana se quedo asombrada por lo que Terremoto había conseguido hacer con solo un movimiento de mano.

A Iván ya se le acabaron los deseos porque su casa ya se le había desvanecido completamente.

Terremoto se rio perversamente e Iván le pregunto por qué se reía así.

-Ja, ja, ja. No creía que sería tan fácil engañar a una persona que tuviese mis mismos gustos y que me hicieses construir cosas que a mí también me gustan y después quitarte todo. Ja, ja, ja, dijo Terremoto.

Iván se dio cuenta que Terremoto le había engañado ingeniosamente.

Así que le dio la mano a Ana y se fueron corriendo mientras Terremoto se reía.

Iván y Ana fueron lejos. Ana invito a Iván a su casa y allí estuvieron hablando durante toda la noche.

Iván recordó el ladrillo que se había guardado en el bolsillo, entonces Iván le conto a Ana todo el plan que le parecía que iba a funcionar, así que Ana llevo a Iván a su nueva casa y se encontraron por el camino con un guardia civil que le s hizo parar por exceso de velocidad.

-¡Que hacéis qué vais tan rápido!-dijo el guardia civil.

-No, nada que tenemos unos asuntos familiares que atender muy urgentes-dijo Iván.

-Bueno, os tendría que poner una multa pero no tengo ganas así que os dejare pasar solo por esta vez - dijo el guardia civil.

-Hasta la próxima - dijo Ana.

Iván y Ana siguieron hasta que llegaron a la nueva casa de Iván entonces se encontraron con Terremoto metido en la piscina de agua caliente con olor a mar, entonces Iván cogió el ladrillo del bolsillo y le dijo a Terremoto:

-Quiero no haberte conocido nunca - dijo Iván.

Entonces todos los edificios que Terremoto construyo se desicieron y poco a poco la casa de Iván se volvió a rehacer y todo volvió a la normalidad.


Iván se desmalló.

Al despertarse se vió en su cama de siempre.
Ana estaba al lado suya sentada en una silla durmiendo a su lado, Iván se levantó cogió una manta y le arropó.

Cuando Ana se despertó creía que todo había sido un sueño, pero al ver en donde estaba y a Iván mirandola, supo que todo aquello había sucedido de verdad.

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